En las últimas semanas he tenido el placer de participar en una nueva prueba de producto. En esta ocasión, Freixenet me eligió junto a otros participantes para probar su nuevo vino espumoso "Mía".
Se trata de un vino dulce espumoso con dos versiones. Por un lado está el blanco, producido a base de uvas 100% moscatel. Es muy aromático y recuerda mucho a los moscatos italianos, que tan de moda se han puesto en los últimos tiempos.
Por otro lado, el rosado, un vino también muy aromático pero tal vez con más matices, al combinar una parte de uva tempranillo junto con la uva moscatel.
En general, ambos vinos ofrecen lo que se puede esperar de ellos. Mucho aroma, suavidad en boca, dulzor... son vinos muy fáciles de beber dada su baja graduación alcohólica (ambas variedades tienen un 7º de alcohol).
Para probarlos, aproveché algunas fiestas que ya teníamos organizadas para sacar las botellas que me enviaron desde Freixenet y contrastar mis opiniones con las de otros potenciales consumidores.
En general coincidimos en que lo vinos "Mía" de Freixenet resultan interesantes para tomar una copa a modo de aperitivo o bien como vino de postre. Personalmente no lo considero apropiado para comer o para tomar muchas copas porque puede resultar empalagoso (es realmente dulce).
Una cosa que no me gustó es la cantidad de espuma que producía el vino al servirlo. Es normal que se genere cierta espuma, pero creo que era demasiada, la verdad y tardaba mucho en bajarse lo que complicaba el servicio de las copas.
El precio en tienda de ambas versiones de "Mía" ronda los 6,99€, tal vez un poco elevado habida cuenta de que existen otras opciones similares en el supermercado, aunque si que es cierto que estas otras opciones suelen ser foráneas (la mayoría italianas).
Antes de despedir el artículo, un truco para los aficionados a este tipo de vinos blancos que deben tomarse muy fríos.
Si queréis mantener la temperatura del vino en la copa y evitar que se caliente, una buena idea es congelar uvas (mejor si son de la misma variedad que el vino) e introducir una o dos en la copa. No aguarán el vino como lo haría un hielo y ayudará al vino a mantener la temperatura adecuada.
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